De qué hablamos?

Daniel Mondaca

17 May 2016

No es la tecnología la desinformada, amargada o racista

El trabajo de un programador que trata con redes sociales, como su servidor, se puede resumir básicamente como el “arte de recopilar datos, obtener estadísticas y pintar algunos bonitos gráficos” para que con ellos, otros puedan examinar si la gente en las Redes Sociales odia o ama ciertas cosas de las que suelen hablar de cuando en cuando.

Dado lo anterior, resulta evidente que el trabajo de un programador que trata con Redes Sociales ha de ser neutral, sin poner demasiada atención o andar por ahí juzgando lo que la gente dice o no dice… pero es imposible estar inmerso en la red casi todo el día sin hacerse una idea de cómo funciona el mundillo virtual y preguntarse si lo que uno percibe de Internet es correcto o no, y no es difícil descubrir de qué estoy hablando, el mejor ejemplo quedó bastante claro cuando en marzo de este año Microsoft integró en Twitter una inteligencia artificial (IA) capaz de conversar con sus seguidores, la que aprendió “escuchando” lo que los twitteros hablaban e integró como parte de sí misma los discursos de esos twitteros, significando ésto que pasara de ser una IA “neutra” a ser pro nazi, anti feminista y declaró odiar a todo el mundo, pasado apenas 24 horas después de que empezó a funcionar (más información sobre esto AQUÍ). Con este experimento queda muy bien resumido lo que uno suele percibir de Internet, que todo el mundo es una panda de gente desinformada, amargada y racista.

La red -han dicho algunos- le ha dado voz a las masas ignorantes y he de agregar, a los que buscan aprovecharse de esa ignorancia así como del odio que la suele acompañar. Sin embargo, no nos podemos engañar pensando que esto es algo “propio de la red”, o creer que los trolls, la ignorancia y el odio viven solo allí y son fruto de la libertad extra que entrega Internet gracias al anonimato, eso es casi tan absurdo como el discurso de la prensa sensacionalista que busca, a ratos, culpar a los videojuegos por lo que hacen los jugadores en la vida real. Basta salir a la calle para ver que lo que hacemos en las redes es solo un reflejo de lo que hacemos fuera de ellas en nuestra vida diaria, como los feriantes vendiendo cosas y anunciándose a viva voz como lo hacen los “adds” en Facebook, en Twitter, en Google, etc., como los viajeros conversando aquí y allá -a veces- con desconocidos, tal cual como en Twitter o en grupos de WhatsApp.

Sin embargo sí existe una sola y gran diferencia entre lo que pasa en las redes versus el mundo real, en Internet un ladrón no puede golpear una anciana por una cartera casi sin dinero, a un joven no pueden asaltarlo, herirlo con un arma blanca y abandonarlo sin nada completamente a su suerte en una ciudad extraña mientras es ignorado por la policía, como sí puede pasar (y pasa) en la realidad. La percepción de que Internet está “lleno de gente ignorante, amargada y cruel” no se debe a que en la vida real la gente no sea así o “no exista”, sino que en el diario vivir no tratamos con el gran número de personas que sí solemos leer en el timeline de Twitter, en los grupos de Facebook o en las Redes sociales en general. La gente más desagradable de Internet es la misma gente que es desagradable fuera de ella, solo que quizá algo más comunicativa, no hay más ignorancia, racismo o crueldad en Internet que fuera de ella y lo peor de la red no es más que un pálido reflejo de lo realmente cruel que puede llegar a ser nuestra sociedad en el mundo real.

De vez en cuando, (y parece que esto se nos olvidara) se vuelve a culpar a la tecnología, como a los smartphones por separar a la gente, cuando en vez de conversar a la hora de almuerzo se la pasan chateando, se vuelve a culpar a la tecnología por fallas humanas, a las redes sociales por hacer evidente lo peor de nosotros que en realidad siempre ha estado allí.

Concluyo: No, la red no está particularmente formada por gente amargada e ignorante, al menos no más que el mundo real y es bueno recordárselo de vez cuando a uno mismo, pues mejorando nuestra sociedad no virtual, podemos, por extensión lógica, mejorar la otra también.

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